Imagina llegar un día a clase y oír: “sacad un folio en blanco”.
Lo primero que se te ocurre decir es: ¡mierda, tenía que haber estudiado!.
Pero, para tu sorpresa y alivio, por qué no decirlo, escuchas algo así como dar una definición de literatura… entonces piensas, ah bueno, eso no tiene problema, en un momento lo hago y me lo quito de encima.
Pero, para tu sorpresa y alivio, por qué no decirlo, escuchas algo así como dar una definición de literatura… entonces piensas, ah bueno, eso no tiene problema, en un momento lo hago y me lo quito de encima.
Empiezas a pensar que poner, vienen ideas pero se van… intentas recordar algún texto o alguna frase de alguien conocido… Te entra un agobio inusual y te sientes incapaz de poder describir algo tan común y presente en tu vida. Cuando ya te das por vencido, desistes, y decides escribir algo para que el profesor vea que al menos lo has intentado.
Decides explicar que la literatura no se puede definir, que para cada persona representa algo distinto. Sigues con algo más concreto, y dices que la literatura es necesaria para poder conocer otras historias ajenas a nuestras vidas, que también aporta cultura, que es una expresión de arte…
Decides explicar que la literatura no se puede definir, que para cada persona representa algo distinto. Sigues con algo más concreto, y dices que la literatura es necesaria para poder conocer otras historias ajenas a nuestras vidas, que también aporta cultura, que es una expresión de arte…
Hasta que llega un momento en el que no se te ocurren más argumentos y acabas soltando, un poco harto ya (para que engañarnos), que te gusta la literatura, que la aprecias, y que no sabes la importancia que tendrá en la vida de los demás, ni siquiera si hay gente que le guste tanto; le das tus motivos, algunos, incluso inventados… pero ahí te quedas. Acabas la hora con dos tristes párrafos y sin encontrar una finalidad a la literatura.
Aunque, pensándolo bien, quizás no la tenga…
3 comentarios:
Truman Capote escribió esa frase en su novela corta Desayuno en Tiffany's, que luego oiríamos de los glamourosos labios de Audrey Hepburn: "...para leer esta clase de cartas hay que llevar los labios pintados". Más adelante, cuando lee la carta, la protagonista de la novela agrega dirigiéndose al proyecto de escritor con quien habla "Quizá te sirva, si alguna vez escribes alguna historia de amores repugnantes. No seas avaricioso:léela en voz alta. Quiero oírla."
Me aprovecho de la cita traída por los pelos para jugar un poco con ella, sacándola de contexto:
--Hay que pintarse los labios, y hasta ponerse de esmoquin para leer según que cosas (las terribles y las grandiosas) aunque las leamos en la cama y en pijama.
--Todo sirve para la literatura, y hasta lo repugnante puede ser reutilizado y convertirse en enriquecedor.
--Por supuesto, es de avariciosos guardársela y no compartirla con el que tenemos al lado. Eso pretendemos también aquí, en estas clases: leer en voz alta, no guardarnos esos textos que necesitan que nos acicalemos el alma previamente.
"Hoy en día, la gente sabe el precio de todo pero no conoce el valor de nada". una frase de Osar Wilde
yo la aplico para decir que todo sirve para la literatura,pero no toda la literatura se aprecia.
Que buena entrada, ¡no la había leído!
Sigo siendo fan de la literatura, aunque en mis notas no se viera reflejado en un pasado...jeje.
Saludos ex-profe.
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